16.6.09

Lágrimas


Todo iba bien en esa noche de besos, calor, sudor y exciación. Nunca habían llegado al final, si no era por él, era por ella. Aquella noche parecía que el sexo iba a llegar hasta el final... Pero de repente, ella abrió los ojos y volvió a hacer de un cuerpo, dos. Lo apartó de encima, saltó de la cama y se puso en pie. Buscó su sujetador negro, las braquitas negras y rosas, la camiseta y los pantalones. Se vistió deprisa. Cogió el bolso y se puso los zapatos. Se acercó a la cama. Él estaba allí desnudo, a medias, como otras veces.
-Lo siento, de verdad...
-No puedes irte princesa... No ahora. Todo iba bien ¿no?
- ... me voy. -Ella sonrió.
-Está lloviendo, y mucho. Espera que me vista y te acerque.
-No. Te llamaré.
Y ella marchó de allí. Dejando en la cama a aquel hombre que cuidaba de ella. Ella salío a la calle y sintió como las gotas frías de lluvia, se estrellaban en su ropa y en su cuerpo. Corrió como otras veces, al mismo lugar que otras veces, e igual de vacía que otras veces.
En la orilla del río se sentó. A sentir el agua en su cuerpo, al oír el agua del cauce del río, y a llorar como otras veces. Sabía el motivo de sus lágrimas...
Él se quedó en la cama, desnudo. Pensando si algún día quitaría el envoltorio a esa princesita. Sabía que algo ocultaba, sabía que algo le pasaba... Pero no sabía por qué quería a una niña... porque a pesar de sus dieciocho años, aún era una niña.

1 comentario:

La Chica Piruleta dijo...

Seguiré leyendo
porque necesito
saber que le
pasa a la
pequeña princesa.